no muy lejos de la noche,
donde confluyen las fiebres
y los mares
El Grito
arremete contra los jirones
de la inmundicia
y eyacula, sin escrúpulos,
un desgarramiento forzoso
los solsticios no son entonces
más que un paquete de ilusiones
y las chimeneas se observan mutuamente
atónitas
invocando un silencio cómplice
es la desesperación
de saber
lo que todos saben
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