"Para mí sólo recorrer los caminos que tienen corazón, cualquier camino que tenga corazón. Esos recorro, y la única prueba que vale es atravesar todo su largo, y esos recorro mirando, mirando sin aliento" Castaneda

jueves, 26 de enero de 2012

Viaje 2012 VII: Cusco

Se cumple un mes de mi partida de Buenos Aires. El recuerdo de aquel viaje en tren a Tucumán se me figura lejano; sin embargo las energías, la adrenalina y las esperanzas que hierven dentro de mí me hacen sentir que el viaje recién está comenzando. El tiempo transcurrido me encuentra con el pelo más largo, la barba más desprolija y un par de quilos menos (hace unos días tuve que comprar un cinto para evitar la inminente caída de mis pantalones en plena vía pública), mas con las mismas ilusiones que motivaron el viaje desde el principio, y que me conducen, junto a estas irremediables ansias de vivir, a adentrarme en los ineludibles terrenos de la aventura.


Después de separarnos de la mayor parte de nuestros amigos (que retornaron a sus respectivas vidas, algunos en Salta y otros en Quilmes), me dirigí junto al nuevo complot (List, Nico, Paula, el Hippie, Ary y Carla) a la frontera Bolivia - Perú. List y yo acarreábamos el problema de la clandestinidad (habíamos cruzado la frontera Argentina - Bolivia de forma ilegal, como se recordará), por lo que debimos coimear a un policía de Copacabana para que nos extendiera un certificado por la pérdida de nuestras respectivas tarjetas andinas (el papel que te dan al migrar de un país al otro). Llegados a la frontera con Perú, ese certificado no nos sirvió para nada. No tuvimos manera de convencer al oficial del puesto fronterizo, que argumentó que debíamos retornar a La Paz para dirigirnos a la oficina de migraciones, donde corroborarían en sus computadores que efectivamente habíamos ingresado al país de forma legal para extendernos una nueva tarjeta. La denuncia por extravío, por sí sola, no nos alcanzaba. Nos vimos obligados, por lo tanto, a abonar los 300 bs (unos 50 dólares) correspondientes a la multa por "evasión de fronteras"… El elevado precio de la ansiada -y siempre conveniente- legalidad.


Llegamos a Cusco la mañana lluviosa del 19 de enero. Buscamos alojamiento un rato y terminamos en "Puñuna Wasi", a buen precio y bastante cómodo. Tras instalarnos allí salimos en busca de un almuerzo, y nos metimos en el primer antro que hallamos. Nos sirvieron una sopa con olor -y creemos que gusto, aunque nunca lo habíamos probado- a zoológico (es decir, a bosta). Casi ninguno se la pudo tomar. Luego vino el segundo plato. Estábamos lidiando con él, cuando de pronto vimos pasar una rata ENORME, del tamaño de un gato, trepándose por el cable de la heladera, cruzando por la pared que conducía a la cocina del lugar. Tal aparición nos hizo dudar de la procedencia de la carne de nuestros platos... Por último nos trajeron un vasito de jugo con gusto a pileta de natación, lo que me llevó a rememorar las lecciones que tomé en el Club Quilmes a principios del año pasado.

Salimos mareados y con ganas de vomitar. Decidimos que a la noche cocinaría Ary (que es chef), por lo que fuimos al mercado central para abastecernos de provisiones. El mercado de Cusco es enorme. Se puede comprar de todo: desde hongos y quesos hasta camisetas de fútbol y ponchos. También hay menús (esta vez no vimos ratas). Siempre que pasás cerca de un puesto y mirás más de un segundo cualquier artículo que hay en el mostrador, el vendedor te ametralla a invitaciones para que le compres. Como en todo Bolivia, casi todos los precios son susceptibles de ser regateados.


Pasé la última semana de mi vida en Cusco (del quechua Qosqo: "ombligo del mundo"), centro
del otrora imperio Inca; centro de ese imperio que fue el mayor de Sudamérica, que alcanzó notables conocimientos en ingeniería, astronomía, arquitectura, agricultura; ese imperio que conquistó medio continente en menos de 100 años y que cayó tras la llegada de unos hombres blancos y barbudos que montaban extraños animales y poseían estrambóticas armas. Las causas concretas de su caída se debieron más a falencias propias que a méritos ajenos. Al momento de la llegada de los españoles, el imperio Inca atravesaba una guerra interna (entre Huascar y Atahualpa, ambos pretendientes al poder) que lo debilitaba enormemente. Su expansión territorial (desde el cuyo argentino hasta el sur de Colombia, abarcando zonas de Chile, Bolivia, Perú y Ecuador) se dio de manera vertiginosa: comienzó con la legendaria victoria de Pachacutec sobre los chancas en 1438 y culminó con la llegada de los europeos en 1532. En muy pocos años ocupaban la mayor parte del territorio andino, pero no habían llegado a consolidar un verdadero sentimiento de pertenencia en los pueblos que anexaban a sus territorios. Muchos de estos pueblos, sojuzgados por los cusqueños, vieron la salvación en la llegada de los hombres blancos y los ayudaron a combatir al Inca, brindándoles alojamiento, comida, ropa y hospitalidad. Claro está, no tenían ni idea de que lo que vendría sería mucho peor.


El resultado de esta coyuntura es la convivencia, hoy en Cusco, de ambos elementos: el español y el incaico. En sus calles se fusionan ambas arquitecturas, y en las cosmovisiones de las personas se amalgaman ambas creencias: el culto a la iglesia católica, pero también a la Pachamama. Las pinturas de Jesús de la llamada "Escuela Cusqueña" (siglos XVI a XVIII) lo figuran con la piel más oscura y con la vista hacia abajo (hacia la Pachamama, hacia la Madre Tierra); incluso en un cuadro que vimos, donde se representa la crucifixión, se lo ve con hojas de coca en su boca.

Otro ejemplo de esta miscelánea que se da en Cusco es el del Qoricancha. En la época precolombina se erguía allí el Templo del Sol (máxima deidad para los quechuas, que consideraban al Inca como "el hijo del Sol"). Al llegar los españoles, y condiciendo con su estrategia de "estirpación de idolatrías", mediante la cual pretendían borrar las religiones y creencias preexistentes para instaurar la fe católica, construyeron exactamente allí la primera iglesia cristiana del continente sudamericano: la iglesia de Santo Domingo (1536). Gran parte del templo inca fue destruido. Sus paredes, que responden al estilo llamado Inca Imperial (la más fina arquitectura desarrollada por los andinos) fueron recubiertas de yeso y adornadas con pinturas europeas. Gran parte de sus muros fueron utilizados como cimientos para edificar encima la actual iglesia. Sin embargo, se da una paradoja: la ciudad de Cusco fue víctima de dos grandes terremotos, en los años 1650 y 1950. En ambas ocasiones se vino abajo la iglesia española, la cual hubo de ser reconstruida. Pero, maravillas del destino, los incas (“seres inferiores, brutos, incultos” a ojos de los conquistadores españoles) le daban a sus construcciones carácter anti sísmico. Los muros de Qoricancha se conservan impecables hoy, tras más de 500 años, dos tremendos terremotos y la voluntad de silenciarlos por parte de sus usurpadores. Al estar ahí adentro y contrastar la calidad, la magnificencia de la construcción de los muros incas en comparación con la de los españoles, me recorrió un escalofrío.

Foto: Nicolás Frutos


En estos días visitamos varios museos (Arte Contemporáneo, Arte Regional, Garcilaso de la Vega, Qoricancha) y ruinas (Sacsayhuamán, Q'enqo, Tambomachay, Pukapukara, Tipón y Pikillacta, esta última correspondiente a la civilización wari, preinca), empapándonos de historia. Pero sin dudas lo que más me enriqueció en esta estadía fue comer en los mismos lugares que la gente de acá, hablar con ella, recorrer las calles menos turísticas de la ciudad e intentar camuflarme para absorber experiencias desde un enfoque antropológico (y no meramente turístico).



Una noche salimos a buscar algo para tomar. Decididos a eludir los típicos bares para turistas que se emplazan en la zona céntrica, descubrimos una cueva llena de peruanos que nos olió a identidad cusqueña en su máxima expresión. Era una picantería llamada “Los 4 suyus". Entramos algo vergonzosos; no había turistas ahí. Nos sentamos en la mesa del fondo, donde nos hicieron lugar y nos recibieron cálidamente. Percibimos que toda la gente bebía en vasos gigantes una sustancia parecida (visualmente) a un licuado de banana. Al consultar, nos enteramos de que el elixir en cuestión era nada más y nada menos que chicha, la bebida ancestral de los incas. La elaboraban en ese mismo lugar. Pedimos un vaso cada uno. La chicha se hace en base a la fermentación del maíz, y su sabor es parecido al de la cerveza. Los vasos que nos servían eran de aproximadamente un litro, y costaban sólo un sol (2 pesos argentinos). Al terminar la primera ronda comenzamos la segunda. El recargo del vaso estaba a mitad de precio. Seguimos instrucciones provenientes de la gente que nos rodeaba, y mezclamos chicha con cerveza negra, obteniendo un resultado exponencial.


A mi izquierda había un señor con el que entablamos una conversación interesantísima. Era un docente ayacucheño, se llamaba Neri y vivía en Cusco desde hacía 25 años. A través de él percibí la nostalgia del imperio perdido, la misma nostalgia que experimenté al caminar las calles de la ciudad. "Tengo mucha rabia", nos decía. "Esto era un imperio tan importante, y ahora... ¿en qué nos convertimos?". Se notaba la impotencia en su voz, en el brillo de sus ojos. Cada vez que terminaba una frase, brindaba conmigo ("salud, hermano") y ambos bebíamos chicha. "Sin embargo no reniego, no puedo renegar, de los españoles. Gracias a ellos existo, corren dentro de mí las dos sangres". El dilema existencial de un mestizo, de un hijo de saqueadores y saqueados, de un peruano en su máxima expresión. Luego el tema viró hacia los nacionalismos. "Creo que las fronteras son arbitrarias. No tienen nada que ver con los pueblos. Los latinoamericanos deberíamos unirnos en una única nación, y desarrollar una autonomía que nos independice de los imperios ultranacionales. Salud, hermano". Pero al rato de brindar por la unión latinoamericana, a Neri se le ocurría brindar por la desaparición de Chile…


Todos estos días cusqueños estuvimos tocando en la calle. El Hippie en guitarra, List en bongoes y yo en violín. Esto nos permitió vivir situaciones extraordinarias. Hicimos sonar nuestros instrumentos en ruinas incaicas, en catedrales españolas y en calles cusqueñas. Tocamos en el mercado, en la peatonal, en las plazas. Tuvimos grandes satisfacciones, como ver a un nene caminando de la mano con su abuelo, acercándose a nuestra gorra para echar una moneda. O ver a una anciana cusqueña que había ido al mercado a comprar verduras y que también se acercó a hacer lo mismo. O una señora que nos bendijo uno por uno tras terminar una canción. O los nenes que se plantaban como momias para prestarnos atención al escuchar los temas de Dragon Ball que hacíamos. O los perros que se nos acercaban y se echaban una siesta escuchándonos. Una gama de sensaciones hermosas.

El episodio más representativo de esta hospitalidad cusqueña para con estos meros artistas callejeros fue el que ocurrió hace unos días en la catedral. Ni bien empezamos a tocar se armó un gran grupo de gente, alrededor de 20 personas, que nos escuchaba y nos tiraba monedas. Llegaron los uniformados de la Seguridad Ciudadana y nos echaron. "Está prohibido tocar en el
centro histórico de Cusco". Cuando comenzamos a guardar las cosas, una señora los increpó. "No pueden hacer esto. Tienen que ayudarlos de alguna manera, no los pueden echar. No, no se van a ir, van a tocar una canción más. ¡No pueden echarlos!". El apoyo nos emocionó. Era gente del lugar defendiéndonos ante la Seguridad Ciudadana (un organismo que le da al pueblo cusqueño la dudosa seguridad de tener calles sin músicos, sin pintores, sin arte). Los uniformados alegaron, como siempre lo hacen en cualquier rincón del mundo, que sólo obedecían órdenes. Percibimos que realmente no querían echarnos. Pero la orden “bajaba del Municipio”. Desde él controlan todo el centro mediante cámaras. Para no generar más problemas, agradecimos enormemente a la gente por brindarnos su calor y nos retiramos.


Una tarde conocimos a una pareja de estadounidenses y armamos un espectáculo juntos. Ella, Lauren, tocaba el violín como las diosas. Él, Brent, hacía malabares de fuego. Nos atrincheramos en la plaza frente al mercado y, al son de los malabares de fuego de Brent, tocamos una miríada de temas de los Beatles. La banda era: Lauren (con mi violín), List y el Hippie en percusión y Ary y yo en guitarras. Se armó un gran círculo de gente que aplaudía cada canción. Al finalizar, juntamos lo recaudado y con eso pagamos la cena para todos. Una noche espléndida.


También tuvimos oportunidad de presenciar un espectáculo de fútbol andino en su máxima expresión. Amistoso internacional entre el Cienciano de Cusco y el Bolívar de La Paz. A continuación, transcribo la crónica que hice del encuentro.

Amistoso internacional
Cienciano - Bolívar
25/1/12
Estadio Inca Garcilaso de la Vega

Cuando salen las promotoras a la cancha, el estadio le regala chiflidos de búfalo en celo. Se escucha el himno de los locales como quien escucha a un amigo borracho. Charangos y voces andinas cantan "adelante, Cienciano". Se apagan las luces del estadio y comienza la presentación del primer equipo, interludiada por aplausos ansiosos. A pesar del frío de esta noche cusqueña, el clima en el estadio es cálido y familiar.
Mientras se endulzan los corazones de los jugadores y cuerpo técnico del equipo local con los aplausos del fervoroso público, el plantel del visitante Bolívar efectúa el calentamiento de manera seria y ordenada. El duelo del altiplano no estará regalado para los cusqueños. Cuando finaliza la presentación del plantel, la "barra brava" local salta e interpreta una versión de Y dale alegría a mi corazón, que me devuelve a Argentina por un momento.

Cuando sale el Bolívar al campo, el estadio se debate entre silbidos localistas y aplausos respetuosos. Al salir el Cienciano vuelan serpentinas, explotan bombas de estruendo y la hinchada canta "dale campeón", recordando la Copa Sudamericana 2003 y la Recopa Sudamericana 2004 (únicos dos títulos en la historia del club).

Comienza la batalla de los Andes. El Bolívar propone más y maneja mejor la pelota, aunque con falta de claridad en los últimos metros. El Cienciano no se encuentra, aunque llega de contra a partir de un centro a ras del suelo del extremo derecho que el centrodelantero no alcanza a interceptar. Tras una serie de paredes del 10, los visitantes prueban con un potente disparo de media distancia que embolsa el arquero local para el aplauso cerrado de su público.

Los equipos se miran, se presienten, como si fueran los protagonistas del poema de Girondo, mas aún no se entregan. El Bolívar se planta en campo rival con un fútbol de toques y remates de media distancia. El Cienciano juega al contraataque por medio de pelotazos. Llegados los 20' el equipo paceño es claramente superior a su rival cusqueño, que no encuentra soluciones para su carencia de juego ofensivo. El arquero local se gana los silbidos de su público por demorar en las salidas. El técnico percibe la falta de funcionamiento del mediocampo y realiza la primera sustitución del encuentro. Cienciano acumula situaciones de contra mientras su parcialidad sostiene que "señores yo soy de Cusco y tengo aguante", que "somos los más grandes del Perú" (amparados por los mencionados triunfos de 2003 y 2004, a River y Boca respectivamente), y que "daría la vida por ser campeón", todo bañado por las típicas melodías importadas de las canchas argentinas. Promediando los 30' de juego el Bolívar anota el 1-0. Cabezazo tras un centro de tiro libre desde el sector derecho. El público se enoja e insulta. A pesar del frío andino, la hinchada no afloja aunque su equipo colecciona errores, tanto ofensivos como defensivos. Con el 1-0 a favor y la tranquilidad propia de la Isla del Sol, los aymaras tocan y tocan para desesperación del público cusqueño, que no percibe reacción alguna de su equipo.

Un fuerte remate cruzado que se va desviado por poco hace rugir la sangre quechua de los presentes, cuando el árbitro da por finalizado el primer tiempo. Cienciano se va al vestuario con una ola de silbidos y reprobaciones. La gente aprovecha el descanso para estirar sus piernas e ir al baño, mientras los vendedores ofrecen pie de manzana, chocolates, chicles, pochoclos, tutucas, ponche, brochettes de carne y bandejas de pollo con papas… así se vive el fútbol en los Andes.

El segundo tiempo recibe al Cienciano con aplausos reconciliatorios y el equipo responde creando situaciones de gol. Empero, el equpo boliviano continúa siendo el más prolijo a la hora de transportar la pelota. […] Llegando al final del partido el Bolívar efectúa una contra letal que culmina con una exquisita definición del número 18 (sí, como el androide de Dragon Ball Z). Enganche para dejar en el suelo al defensor rojo y potente remate cruzado al lado del palo. Un golazo para sellar el 2-0.

Así como Pachacutec convirtió piedras en soldados en su legendaria victoria sobre los chancas, Cienciano convirtió en desesperanzas las ilusiones generadas en torno a este encuentro, el primero de la temporada 2012, la presentación del nuevo equipo. La gente empieza a salir del estadio Inca Garcilaso antes de tiempo. En eso estábamos también nosotros, cuando escuchamos unos gritos que nos indicaron el descuento de los cusqueños. 1-2, la renovación de las ilusiones, la mostaza que le faltaba al partido. Sin embargo dura poco el optimismo. Mediante una contra perfecta los paceños marcan el 1-3 que sepulta las últimas gotas de esperanzas incaicas, generando una salida masiva del público presente.


2 comentarios:

  1. jaja taa loco hermano! Muy buena la cronica y mejor todavia el blog en todos sus aspectos!

    No saben la alegria que me da enterarme de que estan conociendo Peru de la forma que muy poca gente lo hace, que es conociendo a su gente, intercambiando saberes, vivencias y mucha cultura por sobre todo! No saben la envidia q tengo de estar ahi con ustedes escuchando testimonios de la gente de un pais con semejante historia como la que tienen los hermanos peruanos!

    Que copado tambien que esten saliendo a la calle con la musica! La verdad que con lo que hacen tienen como para ir hasta la luna ida y vuelta! Lastima que no esten los salteños agitadores para llevarlos al estrellato andino! ja

    Bueno pilo espero que sigan por ese camino siempre y me alegra enterarme de que la pelicula se sigue rodando a pesar de que los 2 protagonistas principales (Frodo y Sam) se hayan bajado del elenco...

    Les mando un abrazo y saludos a toda la comunidad del anillo! ja

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  2. A ver cuando aparece la 2da entrega del viaje de la Comunidad del Anillo, hermano! Se está haciendo desear...

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