"Para mí sólo recorrer los caminos que tienen corazón, cualquier camino que tenga corazón. Esos recorro, y la única prueba que vale es atravesar todo su largo, y esos recorro mirando, mirando sin aliento" Castaneda

martes, 3 de enero de 2012

Viaje 2012 II: Jujuy

El 30 de diciembre visitamos el Museo de Arqueología de Alta Montaña de Salta, en el que se exponen las famosas momias de los tres niños incas encontradas en 1999. Tuvimos ocasión de ver una de las momias (nunca exponen más de una simultáneamente), y de interiorizarnos un poco acerca de los por qués y los cómos de los sacrificios humanos que realizaban los incas. Fue una sensación extraña. Las investigaciones pueden arrojar luz sobre la idiosincrasia de dichos sacrificios pero, más allá de eso, se está exponiendo como si fuera un trofeo (y con fines intencionalmente turísticos) el cuerpo de tres niños que fueron sacrificados en el marco de una ofrenda a la Pachamama. Y si tenemos en cuenta que estas investigaciones están encabezadas por científicos estadounidenses y la National Geographic...

Por la tarde nos dividimos en grupos para emprender a dedo el trayecto que va de la ciudad de Salta a San Salvador de Jujuy. Nos atrincheramos en una YPF en la salida de la ciudad, y después de un rato Chiqui y yo nos subimos a un auto con el que recorrimos los 30 kilómetros que hay hasta Güemes. Allí estuvimos bastante tiempo en otra YPF, esta vez en medio de la nada misma, siendo azotados por el viento furioso y el sol radiante del mediodía salteño. Luego de aproximadamente una hora allí, un camionero que se presentó como Robert nos levantó.

Robert transportaba manteca de cerdo desde Córdoba hasta Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), pero no conocía bien el camino. Le preguntamos si se dirigía a San Salvador y respondió más o menos que sí. Sólo sabía que debía ir "derecho por esta ruta". Cuando los carteles que indicaban que se debía doblar hacia la izquierda para llegar a San Salvador fueron olímpicamente ignorados por Robert, nos percatamos de que en realidad no se dirigía a la capital jujeña, sino a Salvador Mazza (frontera con Tarija, Bolivia). Estábamos camino a Tartagal y otros sitios que no tenían nada que ver con nuestro itinerario.


A eso de las 17 hs nos dejó en una YPF en San Pedro de Jujuy. Llovía a cántaros y los únicos indicios de civilización que se aparecían frente a nosotros eran la estación de servicio y la ruta. Nada más. El empleado que cargaba combustible nos dijo que por ahí no pasaban micros a la capital. Desolados, muertos de hambre y con la sensación de que pasaríamos un fin de año triste en esa estación de servicio casi alejada del tiempo, compramos unos pebetes y consulté un mapa en el kiosco de la estación. Parecía que estábamos bastante lejos de San Salvador. Preguntamos cómo llegar a la terminal y se nos rieron en la cara (“¿piensan a ir caminando?”), pero no teníamos otra opción. Caminamos unos kilómetros, atravesando una especie de villa miseria, y llegamos a la terminal de San Pedro. El pasaje desde allí hasta San Salvador costaba sólo $8. ¡Estábamos salvados!


En San Salvador tomamos otro micro y llegamos a la noche a Purmamarca, donde nos esperaba Paula. Ella se había tomado un micro directo desde Salta para tener más tiempo y recorrer. Cenamos una pizza y dormimos en el hostel que ella había elegido. No sabíamos dónde nos reencontraríamos con el resto del grupo.


El 31 de diciembre Paula se tomó un micro directo a Humahuaca, mientras que Chiqui y yo
proseguimos con nuestro plan de hacer dedo. Nos levantó Clara, una titiritera copada que nos llevó hasta Tilcara. Cuando le mencioné mi idea de viajar hasta Ecuador, nos contó que gracias a su vocación había vivido en varias ciudades latinoamericanas, entre ellas Quito. Dijo que era una ciudad hermosa y que debía visitarla, sin dudas.


En Tilcara el dedo parecía no funcionar. Había montones de autos estacionados haciendo una cola gigante en busca de combustible, pero ninguno de los que consultamos se dirigía hacia el norte. Finalmente pagamos los $9 que valía el viaje a Humahuaca. Desde allí tomamos un micro de 3 horas a Iruya, donde nos esperaba el resto del batallón. El camino de ripio bordea de manera sinuosa los cerros, siempre al borde del precipicio y con curvas bastante cerradas. Los paisajes que se divisan son asombrosos (así como el miedo a desbarrancar).

Llegamos a Iruya, un pequeño pueblo enclavado alrededor de montañas que embellecen todos sus horizontes. Allí nos reencontramos con los demás y pasamos un fin de año atípico; a Carina la había picado un insecto que le había provocado alergia. Por la medianoche nos encontrábamos los once en el hospital del pueblo, acompañándola. La inyectaron, le recomendaron un par de cremas, tomar agua y caminar poco. Así se nos fue el 2011.


El 2012 nos despertó las ansias de arriesgar nuestras vidas, y con Pato salimos temprano a caminar por los cerros aledaños al pueblo. Primero fuimos al mirador y hasta ahí todo cuadraba dentro de los límites de la racionalidad, pero luego cruzamos un cartel que rezaba "PELIGRO DERRUMBES" y nos mandamos a escalar por cualquier lado. La altura nos requería parar a respirar seguido (Iruya se encuentra a 2800 msnm), pero alcanzamos la cima que pretendíamos. Desde allí vimos que subían List, Talo, Chiqui y Pezu. Cuando nos alcanzaron nos pusimos a bajar por medio del cerro, abriendo caminos inexistentes entre grutas, cactus y piedras que desbarrancaban. Quien tuvo más problemas en la aventura fue List, en un momento en el que comenzó a caer cerro abajo gritando “ahhhhh”. Pero afortunadamente no pasó a mayores… y todos retornamos sanos y salvos.


Por la tarde jugamos un partido de fútbol con tres pibes del pueblo. Hicimos un mezcladito que ilustró nuestra patadurez. A pesar de estar a 2800 metros de altura y bajo el Sol, nos la bancamos bastante bien. La nota discordante fue esta: en un momento Wilson (que, haciéndole honor a su sangre brasilera, nos pegó un baile terrible incluso jugando descalzo) tiró la pelota al diablo y yo le bajé los pantalones mientras toda la muchachada cantaba al unísono brasilero, brasilero / que amargado se te ve / Maradona es más grande / es más grande que Pelé. Comprendí que me había pasado del límite cuando comenzó a pechearme, insultándome en portugués (alcancé a entender sólo cuando me dijo filho da puta).


Ayer emprendí junto a Pezu, List y Pato una caminata de 11 kms de Iruya a San Isidro, un pueblo de 280 habitantes literalmente perdido (o encontrado) en medio de las montañas. El camino de ida lo hicimos bordeando el río y fue arduo, debimos saltar entre las rocas varias veces para evitar la corriente del río. Conocimos a Luciana y Pablo, dos biólogos que tenían nuestro mismo objetivo. Nos ayudamos mutuamente a saltar el río las veces que fueron necesarias (bastantes, por cierto). Los paisajes del camino son fabulosos, realmente nos sentíamos en medio de la NATURALEZA.


Tardamos unas 3 horas en llegar. Me habían comentado que San Isidro se asemejaba a La Comarca de Hobbiton. Yo diría que es la versión norteña, con quenas y llamas. En una casa/comedor almorzamos unas empanadas salteñas. Luego descansamos bajo un árbol –no nos quedaban suficientes energías como para expedicionar demasiado- y retornamos por un camino distinto al de la ida: en vez de atravesar el río, bordeamos la montaña. Éste fue mucho más difícil que el anterior; por momentos el camino no era más que una planicie empinada donde se complicaba hacer pie y el precipicio nos sonreía seductoramente. La nota más dramática de la excursión fue el momento en que List casi se cae (otra vez), al saltar un trecho de camino inexistente. Pato le salvó la vida agarrándole la mano a último momento. Tras el susto, mi cuerpo temblaba y yo desconfiaba de mis chances de hacer pie del otro lado. Pisar mal significaría caer rodando al menos 50 metros cerro abajo. Blanco como la cera y tras interminables cavilaciones y amagues, logré pasar al otro lado con la ayuda de mis camaradas, que habían hecho una cadena humana para sujetarme en caso de un salto fallido.


Acercándonos nuevamente a Iruya, con el regreso de la señal de los celulares, Pato recibió la noticia de un grave problema familiar, por lo que decidió volver de inmediato a Buenos Aires.

 En este momento me encuentro en Villazón (Bolivia), aún sin un futuro inmediato definido.

4 comentarios:

  1. Espantapàjaros, me diste ganas de volar.

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  2. Es cuestión de abrir las alas
    aunque sea
    un poquito

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  3. Me impresiona abrir y ver los huesos de Supertramp...

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  4. Che, comunicate. Necesito me mandes una dirección para mandarte las cosas. TE QUIERO!!!!!!

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